Nilo García

Presidente de Crambo

“Si el éxito económico y empresarial se ve como un defecto moral en España, nos encontramos con un problema muy serio”

Cómo fomentar una actitud innovadora en este país?

El problema que tenemos con la innovación es que durante mucho tiempo ha sido un asunto de otros y no nos hemos visto como protagonistas. Históricamente, de hecho, la innovación no ha sido recompensada ni se ha planteado como un elemento esencial en la cultura española. Tampoco había un sector industrial que tuviera capacidad para desarrollarla y hacerla efectiva. En España falta confianza en los productos propios, por ejemplo, en los de vanguardia tecnológica. Otro aspecto importante es centrarse no tanto en la investigación, que también es fundamental, sino en la última fase: la de madurez de un producto, de sacarlo a la calle y que se compre y forme parte de la dinámica natural. Lo primero es crear esa conciencia de que es un objetivo, y que las administraciones inviertan en formación en materia de innovación. Si queremos construir gente que tenga ideas nuevas es fundamental que la innovación o la inventiva sean una asignatura más en los colegios y que, aunque es muy bueno aprender de lo que hacen otros, nos fijemos también en lo que nosotros podemos aportar, es decir, en los valores diferenciales que tenemos.

¿Hay puentes suficientemente sólidos en España entre investigación, innovación y comercialización?

Hay otra cosa muy importante en este proceso: el capital. El capital en España a lo largo de mucho tiempo ha creído que los elementos de bajo riesgo estaban relacionados con los bienes tangibles. Parece que cualquier cosa que esté dentro del ámbito intangible de la innovación tiene más riesgo, cuando muchas veces no es así. Alrededor de la Universidad de Harvard hay masa crítica, y en Boston, que es donde nosotros estamos, proliferan grandes empresas con grandes oficinas para invertir en los proyectos que están saliendo de la universidad. Esto no sucede en España y tenemos que trabajar en construirlo. Hay que desarrollar la parte de investigación, pero también la parte empresarial y de capital. Esta última es clave. En general, aquí se entiende la innovación no como una ciencia para llegar a algo nuevo, sino como una aventura que puede salir bien o mal. Hay falta de conocimiento, no sobre lo que se va a operar, sino sobre los mecanismos que se necesitan para invertir con un grado de riesgo bajo en entornos altamente productivos.

¿Explotan las empresas españolas los recursos tecnológicos que tienen a su alcance para innovar?

Somos un país muy continuista en modelos de negocio. En general, la mayoría de las compañías hacen cosas que otras hacen mejor o intentan construir un pequeño valor diferencial y ganarse la vida en ese proceso. Luego, tenemos otra serie de empresas muy interesantes que son un ejemplo mundial de innovación y de desarrollo. Estas son las que hemos de tener como referentes. Otro paso muy importante es construir una relación más amigable con el mundo empresarial desde un punto de vista social. Si el éxito económico y empresarial se ve como un defecto moral, que es uno de los grandes problemas que hay en España, nos encontramos con una dificultad muy seria que va en contra de nuestros propios intereses.