Josep Piqué
Consejero delegado de OHL
“Necesitamos tener puertos competitivos. Para la propia política industrial es fundamental. Pero tenemos bastantes años por delante de contención en el gasto en infraestructuras”
¿Necesitamos más construcción, menos o ser un poco más modestos?
Cuando hablamos de construcción se suele identificar y, a veces, con cierto componente peyorativo, con la llamada economía del ladrillo. Es evidente que hubo una burbuja asociada a excesos de todo tipo que, cuando reventó, generó una crisis extraordinaria. Ahora parece que hay una cierta recuperación en el mundo de la edificación residencial, porque durante estos siete años y medio que ha durado la crisis se ha ido absorbiendo el enorme stock que había de viviendas ya construidas pero no habitadas. Esperemos que no volvamos a tropezar en la misma piedra, que abordemos las cosas mejor que antes y que hayamos aprendido de las lecciones del pasado. Otro tema son las infraestructuras. En el caso de OHL, nosotros nos concentramos hace años en las de transporte y en la edificación singular. Es cierto que, en las últimas décadas, fundamentalmente desde la de los 80, España ha hecho un esfuerzo inversor muy notable al respecto. Cuando se hacen las comparativas, hay un indicador muy recomendable que es el Barómetro de los Círculos. Este es un indicador de la capacidad competitiva de España en diferentes ámbitos, y es una iniciativa del Círculo de Empresarios de Madrid, el Círculo de Economía de Barcelona y el Círculo de Empresarios Vascos. Cuando habla de la dotación de infraestructuras, lo que se deduce es que, a diferencia de la educación, estamos por encima del promedio en red de carreteras y autopistas, de alta velocidad ferroviaria o aeroportuaria. Sin embargo, todavía quedan cosas por hacer, sobre todo en el ámbito ferroviario de mercancías, los famosos corredores, que son un elemento de competitividad básico para la exportación y la importación, y probablemente nos tengamos que plantear seriamente la ampliación de nuestra capacidad portuaria. Los barcos son cada día más grandes, la inmensa mayoría del tráfico internacional de mercancía se hace por vía marítima, y necesitamos tener puertos competitivos. Esto para la propia política industrial es un evento fundamental. ¿Qué va a pasar en el futuro en España en el ámbito de las infraestructuras, teniendo en cuenta estas carencias? Aunque las infraestructuras y las edificaciones singulares guardan una correlación muy estrecha con los recursos presupuestarios y, pese a la recuperación económica, tenemos bastantes años por delante de contención en el gasto.
¿Cuál es el papel de la ingeniería española en una empresa como esta?
Está en el frontispicio de nuestro plan estratégico. Todas las empresas son su gente y son el talento que es capaz de acumular. En una empresa como la nuestra, en la que el valor añadido deriva de la capacidad de competir con otras que también tienen mucho talento, es absolutamente vital. Ahí tenemos una ventaja. Dentro de la mala situación relativa en el ámbito educativo, hay un par de excepciones que conviene resaltar. Unas son las escuelas de negocios. La otra es la calidad de nuestras ingenierías. Tenemos ingenieros muy buenos, y ahí de lo que se trata es de generar políticas que atraigan y retengan talento, y que seamos capaces, además, de distribuirlo a lo largo de todo el mundo. Nuestro principal reto es ser locales en los países en los que tenemos una presencia significativa, pero al mismo tiempo ser capaces de situar a nuestros mejores recursos humanos donde realmente hacen falta. Esto, en un país como el nuestro, reacio históricamente a la movilidad.