Antonio Garrigues

Senior Partner de Garrigues

“Hemos cerrado el diálogo cultural, hemos cerrado el diálogo empresarial, en alguna medida, y estamos cerrando poco a poco todos los diálogos”

¿Cómo ve la desafección de los ciudadanos hacia la política?

La desafección de la ciudadanía hacia el estamento político es un fenómeno mundial, no solamente español. Estamos viviendo una época especialmente difícil como consecuencia de una crisis que nunca acaba, y termina afectando la credibilidad de la clase política porque la gente que se siente dañada aumenta sin cesar. Por lo tanto, hay que lograr convencer a los políticos de que algo tendrán que hacer y algo se puede hacer para recuperar esa credibilidad. Esta sociedad ha demostrado resiliencia frente a la crisis como ninguna otra sociedad en el mundo, porque la crisis en España ha sido de una profundidad tremenda.

¿Es necesaria una reforma constitucional de cierta profundidad?

La Constitución tiene que ser reformada para afrontar problemas muy significativos, incluido el modelo territorial. Nadie lo puede dudar y a nadie le debe asustar. Ahora, con un grado mínimo de consenso. Sería estupendo que eso fomentara a su vez la cultura del diálogo, que realmente está bajo mínimos. Se podrían alcanzar consensos en materia de educación, de sanidad, de justicia, en otras muchas materias, y la ciudadanía lo vería con gran alegría.

¿Marca el cambio en la persona y en las maneras de la Corona un camino?

El hecho de que el cambio de rey haya generado en poquísimo tiempo una valoración muy positiva de la institución monárquica demuestra que estamos en una época en donde hay que rejuvenecer las instituciones y hay que rejuvenecer a las personas que dirigen las instituciones. Sobre todo porque estamos en una sociedad digital y la gente mayor nos podemos creer más o menos sabios, pero no pertenecemos a ella. Me parece que es positivo que en España haya un líder del partido de la oposición joven, que el monarca sea joven, que se rejuvenezca la clase política, y diría que incluso la clase empresarial.

¿Qué ha pasado en la política?

Entre el paro, la corrupción, el pasotismo del PSOE y el pasotismo del PP, el inmovilismo general dentro del Gobierno, la gente se harta de los partidos clásicos, y ha dado entrada a nuevos partidos. Cuando se deja un hueco, lo ocupa alguien. Si los partidos clásicos empiezan a hacer las cosas mejor, a conectar mejor con la ciudadanía, recuperarán parte de ese espacio.

¿Cómo enfocaría usted la cuestión catalana?

Lo que ha enrarecido el tema catalán ha sido el estamento político. Que una comunidad defienda su identidad, defienda su idioma, su cultura, me parece estupendo y admirable, y valoro mucho la cultura catalana, su idioma, su búsqueda de identidad. La democracia no consiste en que estemos todos de acuerdo, consiste en convivir en desacuerdo. Sin embargo, en estos momentos no es que no haya diálogo político, que no lo hay, es que no hay ningún otro tipo de diálogo. Hemos cerrado el diálogo cultural, hemos cerrado el diálogo empresarial, en alguna medida, y estamos cerrando poco a poco todos los diálogos. Una Cataluña que quiera vivir con independencia de España y al margen de Europa es imposible. Pero tiene que haber fórmulas de entendimiento, y, por ello, una reforma constitucional sería en estos momentos el medio más adecuado para intentar buscar nuevos encajes. Hay que abrir otros caminos.