Jorge Sendagorta

Presidente de SENER

“En España, ha sido mucho mayor la complicidad del Estado con las constructoras o las energéticas que con la industria”

¿Qué ajustes cree usted que se han de hacer en la distribución sectorial de la actividad económica de España?

A mí no me gusta mucho la idea de un país, por mucho que nuestro clima lo facilite, que viva en exceso del clima, del turismo, de la restauración, y esta última en estos momentos es una industria absolutamente extraordinaria e innovadora que está teniendo un tirón colosal. La industria y la tecnología son muy importantes y ahí España ha tenido una posición de un cierto retraso. En un mundo que está cambiando a una velocidad enorme, no podemos estar en una situación de asimilar tecnologías que desarrollan otros; porque un retraso, aunque sin duda ahora el tecnológico es menor que antes, es muy malo, ya que países como Corea, China, India o México nos pueden quitar las oportunidades antes de que lleguemos a estar en ellas. La industria es fuente de empleos de gran calidad. Son empleos que necesitan mayor formación, están mejor retribuidos y son más estables que los que se producen en otros sectores. Tenemos sectores meritorios más o menos desarrollados, pero no tienen un peso de conjunto que suponga una industrialización suficiente. De hecho, en la economía española, el peso de la industria ha bajado considerablemente durante los últimos 15 años. A mí me gustaría, por lo menos, volver a acercarnos a niveles del orden de un 20% del PIB.

Para lograrlo, ¿hace falta una política de reindustrialización o una nueva política industrial?

Está muy bien dejar que el mercado funcione, pero la verdad es que, en muchos sectores, los países con los que competimos no lo dejan todo al mercado, por unas vías o por otras. Por ejemplo, en Francia hay una gigantesca complicidad entre el Estado y su industria. También hay medidas que no son ni de protección ni de complicidad, sino de fomento directo, y también competimos con países que las tienen. Por ejemplo, el Reino Unido tiene un programa de capacitación tecnológica aeroespacial que es la envidia de SENER porque es un compromiso a largo plazo, a 10 años, en el que se comprometen a ayudar a sus industrias en el desarrollo de una serie de productos de la siguiente generación, y las propias industrias también se comprometen a invertir fuertemente. En España, ha sido mucho mayor la complicidad en otras cosas, como es el caso de las constructoras o de las energéticas, pero con la industria ha sido muy, muy pequeña esa atención.

El mercado de SENER es cada vez más internacional. ¿Plantea eso un problema de dimensión y de capacidad al tener que competir fuera?

Es un problema enorme no tener un mercado doméstico a medio y largo plazo. Es verdad que España ha hecho un esfuerzo de desarrollo de infraestructuras y de equipamiento, en general, absolutamente excepcional, entre 2000 y 2012, aproximadamente, en nuevos aeropuertos, líneas de alta velocidad, terminales de recepción de gas natural licuado, centrales eléctricas de ciclo combinado, renovables, puesta al día de todas las refinerías del país, etc. Ha dejado un acervo de conocimiento, de know-how, un catálogo de referencias recientes que ha puesto a la ingeniería, a la industria y a la construcción españolas en una posición óptima para competir en el mundo. Pero para acometer cosas nuevas necesitaríamos oportunidades en España. Y poco a poco se va a notar su falta. Esperemos que no dure mucho la situación.