Teresa García-Milà

Directora de la Barcelona Graduate School of Economics

“No es necesario que cada nuevo Gobierno replantee el modelo educativo. No es productivo que cada Gobierno entienda la competencia de las comunidades autónomas de diferentes maneras”

¿Deberían los distintos partidos políticos dejar a un lado el afán de dejar huella propia en el ámbito educativo?

Claramente. No es necesario que cada nuevo Gobierno replantee el modelo educativo. Es necesario que los partidos políticos se reúnan, planifiquen y acuerden una manera de pensar en la educación que evite la necesidad de llevar a cabo cambios legislativos al respecto. En Cataluña se llegó a un pacto bastante amplio, y ha demostrado ser muy útil. Existe una necesidad de implementar estos pactos a todos los niveles, ya que la estructura básica del modelo de educación se define en el Gobierno central. Es necesario crear un claro y fuerte marco de lo que le corresponde al poder central y lo que se delega a las comunidades autónomas. No es productivo que cada Gobierno cambie la ley y entienda la competencia de las comunidades autónomas de diferentes maneras.

¿Es suficiente la autonomía de las universidades?

Las universidades tienen una gran cantidad de problemas. Uno de ellos es la organización, ya que el modelo universitario determina varios límites en relación con la contratación de personal, la elección de directores y la financiación. Estos tres aspectos hacen que nuestro sistema universitario no sea competitivo. Para poder lograr una cierta competitividad, se deberían buscar mecanismos fuera del modelo que permitan acciones complementarias. En el caso de Cataluña, se han activado algunos. Uno es el modelo Icrea. A través de este modelo la Generalitat financia ciertas plazas para investigadores de mucho talento que permiten al investigador escoger una universidad o centro de investigación. La selección se hace a través de currículum y está dirigida a captar talento, principalmente fuera de España. El Imdea, un programa de la Comunidad de Madrid, intentó atraer y juntar talento de mucho nivel pero, al ser pocos en un mismo sitio, no funcionó. La clave está en emplazar el talento de esos pocos investigadores seleccionados en universidades o centros ya existentes. El País Vasco ha hecho algo similar al modelo Icrea y ha funcionado muy bien.

¿Cómo construir puentes entre investigación e innovación, entre universidad y empresa?

Existen investigadores que en algún momento de su carrera deciden ser emprendedores y se convierten en el puente perfecto entre el mundo de la investigación y el de la empresa. Este tipo de gente es muy valiosa. Se debería fomentar. Sin embargo, nuestro modelo presenta una estructura tan cerrada que lo dificulta. El funcionario catedrático con su grupo de investigación es, en su mayoría, endogámico. Existen modelos para hacer las cosas de otra manera. En el Barcelona GSE por ejemplo, tenemos una norma que no permite contratar durante los primeros años a los doctores que formamos, ya que tienen que demostrar que tienen un talento con potencial. Empresas y universidades están empezando a observarse mutuamente. Es un gran paso. Y es posible porque la investigación básica empieza a tener solidez. Sin una investigación básica de punta no puede haber transferencia. Nuestro país necesitaba consolidar la investigación y valorarla y ahora sí podemos hablar de transferencia e innovación. A partir de ahí, es necesario integrar la investigación a la empresa. El investigador no es quien innova, pero si encuentra a alguien que nota el potencial de transferencia en lo que está investigando, se genera un interés.